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Iniciación a la radioestesia

Quiero dejar claro que cada radiestesista tendrá su propio sistema, y que ninguno tiene por qué ser mejor o peor, simplemente serán distintos. De hecho, en una clase tutelada, el profesor podrá corregirnos si nuestra percepción no es correcta. Enseñar a encontrar una geopatía en una clase teórica es sin duda complicado.

Considero importante aclarar que esta primera clase solo servirá para comprobar que se dispone de un nivel radiestésico suficiente como para poder comenzar la aventura de redescubrir nuestras propias percepciones; y, entonces, se debe acudir a que algún experto radiestesista le imparta personalmente sus conocimientos. Un consejo: a la hora de elegir el maestro, si éste no incluye en su taller la localización de la Red Curry, sus enseñanzas serán incompletas, busque a otro que lo haga. Una vez iniciado, cada cual debe buscar sus propias respuestas para alcanzar el método con el que mejor se identifique.

La Radiestesia es considerada por algunos sectores una ciencia, pseudociencia dicen otros, y en mi opinión no se trata de ninguna ciencia, simplemente se trata de una percepción extrasensorial que podríamos englobar en lo que denominamos sexto sentido. Según lo entiendo, esta percepción la portamos todos al nacer, pero no todos alcanzamos el nivel suficiente como para poder desarrollarla con acierto, difícil sería dar un porcentaje, pero considerar que al menos un 80% de la población tiene sensibilidad suficiente como para obtener respuestas con una varillas, creo que sería bastante aproximado.

El mayor error que podemos cometer es pensar que todos tenemos el mismo nivel radiestésico, habrá quien solo detecte agua y líneas Hartmann, no todos conseguirán fijar con facilidad la Red Curry y por supuesto detectar alteraciones a distancia requiere tener un nivel superior o cuando menos distinto.

Yo siempre digo que todos tenemos capacidad para cantar pero no todos tenemos cualidades suficientes como para hacerlo bien. Además cabe destacar que esta percepción la realizamos a través del inconsciente, y para poder ser conscientes de las respuestas nos valemos de elementos ajenos (péndulo, varillas, etc.) que reaccionan con movimientos, ante los impulsos neuromusculares que transmite el cerebro.

El nivel radiestésico es algo abstracto que mide el inconsciente del radiestesista; si se compara con un hipotético 100%, es necesario tener más de un 33% de dicho nivel para conseguir resultados positivos. Y, aunque según la opinión de muchos radiestesistas este nivel puede ser alcanzado por cualquiera que se lo proponga, yo opino que hay muchas personas con un tope radiestésico inferior al 33% citado que nunca conseguirán obtener resultados positivos.

Igualmente un niño obtendrá resultados con mucha mayor facilidad que un adulto. Al llegar a la adolescencia esta capacidad innata se va quedando dormida si antes no ha sido desarrollada.

Lógicamente a mayor nivel radiestésico mayores logros, pero no hay que obsesionarse con esto; es mucho más importante el tener por ejemplo un 45% de tope radiestésico y tenerlo totalmente desarrollado (esto se consigue con la práctica) que el tener un 65% y tener desarrollado solo el 50%. En mi opinión, en este último caso nunca podremos fiarnos de que las respuestas obtenidas sean las correctas.

Asimismo una persona que haya llegado a su tope radiestésico en la búsqueda de agua, por ejemplo, no debe pensar en ningún caso que ya ha alcanzado su tope para todos los niveles. Me he cruzado con radiestesistas profesionales que han alcanzado su tope en varias áreas pero tienen pendientes otras; generalmente la detección de la red Curry y el uso del Biómetro suelen ser dos áreas con muchas lagunas, también lo son las alteraciones esporádicas, como por ejemplo las Chimeneas Cosmotelúricas y los Vórtices Energéticos (cuyas prospecciones son complicadas sin el uso de la tele-radiestesia). Pero sin duda el mayor problema al que nos enfrentamos es nuestro propio ego, el cual impide que reconozcamos nuestras carencias para seguir practicando desde la humildad.

LECCIÓN PRIMERA (varillas y aguas subterráneas)

Ante todo hemos de enfrentarnos a este reto con la mente abierta, siempre receptiva a nuevas sensaciones y pensar desde el principio que la palabra radiestesista podría traducirse como “sensitivo a las radiaciones”. Es por tanto inútil el intentar convertirse en lo que vulgarmente se conoce como radiestesista de salón, esto se dice de aquel que quiere usarla para cosas banales haciendo preguntas tales como ¿lloverá mañana?, ¿me llamará mi hermana?, ¿que número de la lotería será agraciado con el primer premio?, y así un largo etc., que nos llevará sin duda al fracaso.

Normalmente las preguntas son para respuestas de SÍ o NO; por tanto cualquier persona tendrá un 50% de probabilidades de fallo o acierto.

Lo peor que puede ocurrirnos al principio es intentar usar esta percepción para conseguir respuestas de futuro, adivinación o azar y tener la mala suerte de conseguir un porcentaje alto de aciertos. Esto sin duda nos llevará a pensar que nuestras respuestas son correctas, y pasado un tiempo al descubrir los fallos podemos llegar a la errónea conclusión de que la Radiestesia no es efectiva y sí que lo es, pero para detectar las variaciones energéticas que se dan o emiten los lugares, personas o materias (dependiendo de unas variantes que lo condicionan). Es decir, el zahorí “no huele” el agua, suceden dos cosas importantes, en la vertical de la vena de agua se produce una emisión de origen electromagnético y además el nivel energético varía en el lugar por donde ésta discurre y esa emisión y variación es la que detecta el radiestesista; lo mismo ocurre con las redes telúricas, las fallas del terreno o los yacimientos de minerales.

Dar una explicación razonable a la Tele-radiestesia es algo mucho más complicado y yo no tengo la respuesta; tan solo sé que funciona y que es un “escalón mental” más alto (es decir, hay muchas menos personas que puedan practicarla con acierto).

Si queremos comprobar si somos de las personas con un índice de sensibilidad suficiente como para obtener respuestas de nuestro inconsciente, necesitaremos las herramientas que nos ayudarán a comprobarlo.

Empezaremos por construirnos dos varillas en forma de L- Para ello necesitaremos dos trozos de alambre rígido de un diámetro de 4 o 5 mm., con una longitud aproximada a los 50 cm.; doblaremos los alambres de tal forma que el lado corto tenga una longitud de 13 a 15 cm. Ambas varillas deben ser iguales.

La forma de coger las varillas es similar a como cogeríamos dos pistolas: con las manos cerradas, pero sin presionar fuertemente para permitir el libre movimiento. Los brazos deben quedar a la altura de nuestro abdomen, y la parte más larga de las varillas deben permanecer paralelas al suelo.

Comenzaremos con un pequeño ejercicio mental, intentaremos dejar nuestra mente en blanco. Para ello inspiraremos aire profundamente por la nariz, lo retendremos un poco, y después realizaremos la expiración lentamente. Esto al menos tres veces antes de recitar esta orden (puede ser mentalmente): “yo deseo ser consciente del inconsciente y saber si estoy capacitado para obtener respuestas a través de las varillas”. Dicho esto, y con las varillas en posición, lo lógico sería que estas se cruzaran como signo de afirmación, pero si esto no ocurre, no desespere.

Pasaremos al siguiente ejercicio que consistirá en localizar una vena de agua subterránea. Para ello buscaremos un pozo que ya esté abierto y nos situaremos a 2 o 3 m. del brocal. Repetiremos el ejercicio mental anteriormente descrito, murmurando en este caso “deseo ser consciente de las venas de agua subterráneas de este lugar”. Comenzaremos a caminar en círculo y despacio alrededor del pozo. Y, al completar el círculo, las varillas se nos deben haber cruzado solas en dos ocasiones, marcando la vena de agua que lógicamente debe atravesar el pozo.

Seguidamente podemos intentar descubrir en qué sentido circula el agua. Para ello, situándonos junto al caudal de manera que las varillas lo corten perpendicularmente, repetiremos “deseo ser consciente de la dirección hacia donde fluye el agua”. En este caso, y si nuestro nivel radiestésico es suficiente, las varillas se moverán hacia la izquierda o la derecha, indicando una dirección.

Si no hemos obtenido resultados en ninguno de estos ejercicios es posible que nuestro nivel radiestésico no sea suficiente. Como comprobación podemos hacer que algún niño, entre 8 y 15 años, repita estos ejercicios para comparar resultados.

LECCIÓN SEGUNDA (péndulo y aguas subterráneas)

Empezaremos por la construcción de un péndulo. Cualquier peso suspendido por un hilo o cadena nos servirá. Podemos utilizar una medalla con su cadena o simplemente pasaremos un hilo por el agujero de una tuerca de tamaño mediano.

Existen multitud de péndulos en el mercado: egipcio, hebreo, facetado, con testigo, de distintas formas y diversos materiales, y así un largo etc. Interminable.

Quiero que quede claro desde este momento que el péndulo es un elemento ajeno a la percepción, es simplemente un útil o herramienta. La respuesta está en la mente, nunca en el péndulo; es, por tanto, indiferente el que utilicemos. Esto no variará la respuesta. Pero por supuesto siempre tendremos alguno que por peso, forma o afinidad, consideremos especial; no dude en utilizar ese. Aunque casi siempre utilizo el mismo, me gusta comprar alguno de vez en cuando. Para ello utilizo uno y pregunto cual es el que debo elegir. Elijo el que me señala y pregunto si se identifica conmigo, si la respuesta es afirmativa, lo compro.

Cogeremos el péndulo por la cadena o el hilo con los dedos pulgar e índice de forma que quede suspendido entre 5 y 10 cm. Haremos el ejercicio mental indicado en la primera lección. Nuestra primera pregunta será: “deseo ser consciente del inconsciente y saber qué movimiento del péndulo me indicará el sí” ¿…y el no? ¿y la respuesta neutra, de no contestación?

El péndulo puede efectuar 4 series de movimientos más uno aleatorio que sería marcar una dirección, las otras series serían giro a la izquierda, giro a la derecha, vaivén de izquierda a derecha, y vaivén delante y atrás.

Aunque la respuesta más común es la de giro a derecha (dextrógiro) el SÍ, y giro a la izquierda (levógiro) el NO, perfectamente nos podemos encontrar lo contrario. Y también que uno de los vaivenes nos indique el sí y el otro el no. Este código mental no tiene por qué ser afín a todas las personas. Mi recomendación es que al principio no intentemos cambiarlo; más adelante cuando nos manejemos con soltura podremos hacerlo. Para ello bastará con una simple orden mental: “deseo que desde este momento el péndulo gire hacia la derecha en caso de afirmación y hacia la izquierda en caso negativo”.

Podemos empezar localizando agua de la misma manera que lo hicimos con las varillas. Además cuando tengamos una vena localizada, la prospectaremos a distintas distancias, y sin mirar el punto de referencia (es decir, si sabemos en qué dirección una vena atraviesa un pozo, nos retiraremos de este 30 o 40 m., e intentaremos localizarla varias veces a distintas distancias).

Si hemos obtenido éxito, debemos seguir practicando en terrenos donde no sepamos si existe una vena de agua, intentando descubrir si las hay. Después de esto, para continuar con las redes telúricas en la mayoría de los casos es necesario saber dónde hay una para poder aprender a detectarla; por este motivo considero que se debe acudir a clases tuteladas.

Fuente: http://www.radiestesiaysalud.com/iniciacion.htm

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