Un ingeniero vigués logra reducir el peso de un prototipo de corazón artificial que se diseña en Alemania
Alejandro Santos aligera en más de un 26% el motor del ingenio para su proyecto fin de carrera en la Universidad Técnica de Aquisgrán
S. PENELAS Nuestra vida depende de una maquinaria perfecta de apenas trescientos gramos. Ingenieros de todo el mundo echan mano de las últimas tecnologías para intentar replicar el corazón humano de manera artificial y conseguir un peso aceptable es uno de los mayores retos a los que se enfrentan. El vigués Alejandro Santos ha logrado reducir en más de un 26% el motor del prototipo que diseñan de forma conjunta en Alemania varias instituciones de investigación.
Los resultados forman parte del proyecto fin de carrera que el joven realizó durante siete meses en el Instituto de Máquinas Eléctricas de la Universidad Técnica de Aquisgrán (RWTH Aachen University) con una beca Erasmus. Tras presentarlo en Alemania y rozar la máxima calificación, Santos procedió ayer a su lectura en el campus vigués, donde ha cursado sus estudios de Ingeniería Industrial.
La Universidad de Aquisgrán es una de las instituciones que trabaja con el Centro cardíaco de Bad Oeynhausen en el desarrollo de un nuevo corazón artificial. Santos recibió el encargo de rebajar el peso y el volumen del motor eléctrico lineal o accionamiento del prototipo inicial.
“La dificultad estaba en que al reducir el peso necesitas conseguir más potencia y, por tanto, se generan pérdidas eléctricas mayores que podrían calentar la sangre y deteriorarla. El prototipo tenía unas pérdidas de 8,8 vatios y el reto era no pasar de los diez “, explica Santos.
El joven superó el lance con éxito y rebajó el peso del motor de los 627 gramos iniciales a 459,88 –más del 26%– sin superar la barrera de vatios. Su diseño contribuirá a rebajar el peso total del corazón artificial, que rondaba los 800 gramos, y se incluirá en los próximos prototipos. La fabricación en serie del ingenio podría iniciarse “en dos o tres años”.
“Se han hecho varios estudios con animales de los primeros modelos y, en principio han sido un éxito. El problema era que resultaban demasiado pesados para el tórax humano”, comenta.
Alejandro Santos regresó de Alemania el pasado mayo e invirtió varios meses en preparar el proyecto asesorado por el profesor Xosé Manuel López, del departamento de Ingeniería Eléctrica, para poder presentarlo también en Galicia, aunque éste no era un trámite obligatorio. La lectura se realizó ayer con el resultado de sobresaliente.
La investigación en corazones artificiales se desarrolla en varios países y, a día de hoy, existen diferentes prototipos además del alemán. A finales de octubre, un adolescente italiano recibía el primer corazón artificial en un hospital romano, pero la tecnología todavía no ha dado el gran salto al ámbito de la medicina.
“Con los modelos que existían hasta ahora los pacientes estaban obligados a permanecer conectados a máquinas externas como las de diálisis. Pero estos nuevos diseños son completamente autónomos porque están dotados de una pequeña bomba para impulsar la sangre y el paciente sólo necesita usar un cinturón con las baterías que lo alimentan”, destaca.
“Casi once millones de personas, según los datos de la OMS, mueren cada año por enfermedades cardíacas. En el futuro se podrá reconstruir un corazón humano a partir de células madre y las personas podrán elegir entre éste o uno mecánico. Pero a corto plazo, el corazón artificial, que tiene una vida útil de cinco años, puede ser una solución para quienes esperan un trasplante”, destaca Alejandro Santos.
Tras esta “gratificante” experiencia, a este joven de 24 años le gustaría desarrollar su vida profesional en el ámbito de la biomedicina o la mecatrónica, aunque no descarta ningún destino: “Hay un ingeniero para casi todo”