El calendario Maya
Cuando los españoles entraron a colonizar a la Mesoamérica en el siglo XVI, no solamente arrasaron con todo el oro, la plata, las piedras preciosas y otras riquezas que adornaban esta antigua civilización, sino que también enterraron un almacén colosal de conocimientos astronómicos y científicos en nombre de la corona española, y afortunadamente para nosotros, estos conocimientos han sido redescubiertos en los últimos cien años por arqueólogos, astrónomos y filósofos occidentales modernos. A pesar de que los mayas aparentaban vivir en la edad de piedra desde el punto de vista de los «avanzados» europeos de los tiempos de la Conquista, recientemente se ha dilucidado un sofisticado y alto nivel de conocimientos de aquella civilización mesoamericana, por medio del desciframiento de sus jeroglíficos en sus templos y pirámides, y el estudio de su calendario ancestral, el cual todavía está en pleno uso por muchos de los indígenas del sur de México, de la península de Yucatán, y de Guatemala.
La civilización maya vivía obsesionada con los ciclos del tiempo, lo cual está reflejado en su manera de observar los ciclos terrestres, planetarios y galácticos, los cuales plasmaron en distintos calendarios. Su nivel de exactitud midiendo eventos astronómicos se puede comparar al nivel de los conocimientos adquiridos por nuestros astrónomos modernos con sus telescopios y computadoras y demás instrumentos contemporáneos. Cómo llegaron los mayas, con sus templos de piedra y sus taparrabos y plumas, a desarrollar tales conceptos tan avanzados, pues sólo el tiempo dirá.
La Matriz 13:20
Los mayas sabían que los ciclos naturales afectando los eventos humanos al igual que los eventos cósmicos todos sucedían en múltiplos de 13 y de 20. Sus múltiples calendarios estaban basados en lo que el Dr. José Argüelles llama la matriz 13:20, en donde los múltiplos de tales números se relacionan entre sí para producir escalas repetitivas en donde el comportamiento de una civilización, o un astro, o una galaxia, podían ser trazados en un mapa armónico del tiempo.
Para demostrar la importancia del número 13 en la civilización maya, he aquí un par de ejemplos interesantes:
9 x 13 = 117: Mercurio tiene un período sinódico de 116 días. Un período sinódico es la cantidad de tiempo que le toma a un planeta completar una órbita y regresar a su punto de partida desde el punto de vista de nuestro planeta.
20 x 13 = 260: Venus es visible desde nuestro planeta durante 263 días como estrella matutina o como estrella vespertina. Uno de los calendarios mayas conocido como el Tzolk’in, el cual es de profundo significado ceremonial y religioso, combina 20 días con 13 ciclos para producir un año de 260 días únicos.
25 x 13 = 325: La Luna tiene un período sinódico de 325 días.
28 x 13 = 364: La Tierra tiene un período sideral de 365 días. Un período sideral, o un año solar, es la cantidad de tiempo que le toma a un planeta completar su órbita alrededor del Sol regresando a su punto de partida. Interesantemente, en un año solar de nuestro planeta ocurren 13 Lunas llenas, o 13 meses lunares de 28 días cada uno.
29 x 13 = 377: Saturno tiene un período sinódico de 378 días.
31 x 13 = 403: Júpiter tiene un período sinódico de 399 días.
45 x 13 = 585: Venus tiene un período sinódico de 584 días.
60 x 13 = 780: Marte tiene un período sinódico de 780 días.
63 x 13 = 819: La conjunción entre Marte y Júpiter ocurre cada 816 días.
Una conjunción astronómica sucede cuando dos planetas comparten el mismo grado en la esfera estelar desde el punto de vista de la Tierra.
2.000 x 13 = 26.000: La precesión de los equinoccios toma 25.780 años para terminar un ciclo. La precesión de los equinoccios es el movimiento circular del eje de nuestro planeta, el cual se encuentra a 5 grados con respecto al plano de la órbita alrededor del Sol. A un ciclo completo se le llama el Año Platónico.
2.000 x 13 = 26.000: La distancia entre Xibalba, o el centro de nuestra galaxia, tal y como la nombraron los mayas, y nuestro sol es aproximadamente 26.000 + 1.300 años luz.
El otro número de importancia para los mayas lo fue el 20. Los mayas reconocieron la importancia de este número arbitrario en las sincronizaciones de los eventos humanos y eventos cósmicos, lo cual elevaron a distintas potencias de orden exponencial para explicar algunos ciclos de mayor importancia en sus calendarios. He aquí algunos de esos números con sus respectivos nombres matemáticos y sus correspondencias temporales:
Kin: 1 día.
Uinal: 20 días ó 20 Kin, el mes maya.
Tun: 360 días ó 18 Uinal; la adición de
5 días extras a un Tun, crea el calendario maya del año solar.
Katun: 7.200 días ó 20 Tun, casi 20 años.
Baktun: 144.000 días ó 20 Katun, aproximadamente 394 años.
Piktun: 2.880.000 días ó 20 Baktun, aproximadamente 8 mil años.
[Nota de Xentor:7.885 años, para ser más exactos].
Kalabtun: 57.600.000 días ó 20 Piktun, aproximadamente 158 mil años. [NX: 157.700 años].
Kinchiltun: 1.152.000.000 días ó 20 Kalabtun, aprox. 3.2 millones de años. [NX: 3.15 MA].
Alautun: 23.040.000.000 días ó 20 Kinchiltun, aprox. 63 millones de años.
Hablatun: 460.800.000.000 días ó 20 Alautun, casi 1.260 millones de años. [NX: 1.251 MA].
Ahora, tomando en consideración el significado de estos números, es interesante ver cómo estos toman lugar de una manera significativa dentro de la matriz 13:20 mencionada por Argüelles.
Por ejemplo, los calendarios de más importancia dentro de la mentalidad maya, todos dependen de la matriz 13:20. Como ya mencioné por ahí, el Tzolk’in, con un ciclo de 260 días (13 x 20) es un calendario sagrado el cual denota los días de importancia ceremonial y religiosa. El Haab es el calendario compuesto por 18 meses de 20 días cada uno (18 x 20 = 360), más cinco días extra (conocidos como Uayeb), el cual marca el período sideral o año solar de la Tierra. Interesantemente, proponentes modernos del calendario Lunar presentan la idea de un año compuesto de 13 meses lunares, 13 x 28 = 364, más un día fuera de tiempo para sincronizar los ciclos lunares con el ciclo anual del sol.
Cada 52 años (13 x 4) ambos calendarios principales, el Tzolk’in y el Haab se sincronizaban de nuevo y el ciclo conocido como la Rueda Caléndrica toma lugar, celebrado en un gran festival de índole religioso.
Sin embargo, de todos estos calendarios marcando los ciclos terrestres, ninguno es más cautivante que el calendario de la Cuenta Larga.
La cuenta larga
Ahora, ¿cómo es posible que el hombre moderno occidental tenga entendimiento de este calendario, escrito en jeroglíficos extraños pertenecientes a otro idioma? ¿Cómo se llegó a la conclusión de que el último día de nuestros tiempos será el solsticio de invierno del año 2012 de nuestra era cristiana?
La historia del deciframiento de los enigmas del calendario es tan interesante como la historia del calendario mismo. Desde hace tiempo que el ciclo del calendario maya es conocido, pues todavía se practica en varias comunidades indígenas del sur de México, de Guatemala y de Belize, en donde la tradición se ha mantenido por la vía oral. Se sabe que existen dos tipos de calendarios, uno cotidiano, conocido como el de ‘Cuenta Corta’ y que marca el año de 584 días (una combinación de los ciclos de la Tierra y de Venus alrrededor del sol), y el otro, el calendario mágico, mejor conocido como el de ‘Cuenta Larga’, el cual marca los ciclos y las eras de la humanidad. El calendario de ‘Cuenta Larga” es el calendario más interesante de estos dos, pues además de estar ligado a los mitos de la Mesoamérica de antaño, también es el que marca el final de los tiempos.
De los arqueólogos modernos que han estudiado la cultura maya, uno de los más importantes y prolíficos escolares del siglo XX lo fue el británico Sir J. Eric. S. Thompson. Por medio de sus estudios de esta cultura, Sir Thompson logró correlacionar el calendario maya de la ‘Cuenta Larga’ con el calendario Gregoriano que se usa hoy en día en el occidente. Sir Thompson encontró relaciones entre jeroglíficos mayas (muchos de los cuales él pudo descifrar), la cosmogonía de los dioses y héroes del Popul Vuh (la ‘biblia’ maya, rescatada del olvido por sacerdotes mayas que aprendieron el alfabeto latín en el siglo XVII), y cartas astronómicas que demostraban la presencia de personajes míticos mayas en constelaciones distintas a las del zodíaco occidental.
Aunque los mayas tallaron el calendario en piedra, se conoce entre los círculos académicos que los fundamentos astronómicos de ese calendario provienen de otra civilización más antigua a la maya. A esta civilización antigua, responsable por el desarrollo de la astronomía y las matemáticas en los tiempos precolumbinos y precristianos, se le conoce con el nombre de la olmeca. Se estima que los olmecas vivieron en el área de la península de Yucatán durante el milenio antes de Cristo, y que desde entonces, los astrónomos de esa civilización ya estaban observando los cielos en búsqueda de respuestas. Fue durante esa época, basados en sus observaciones de los movimientos de los astros en el firmamento, que estos sabios de antaño desarrollaron los fundamentos para ese calendario. Sin embargo, no fue hasta más tarde, durante el primer milenio después de Cristo, que los conceptos astronómicos de los olmecas fueron tallados en piedra por otra cultura posterior, la de los mayas, los cuales conservaron los conocimientos científicos y matemáticos de la primera civilización mesoamericana.
Sir Thompson demostró por medio de sus estudios, que el calendario de ‘Cuenta Larga’ de 5,125 días comenzaba en el 11 de agosto del 3114 antes de la era cristiana, y que terminaba en el 21 de diciembre del 2012 de nuestra era común. Sin embargo, no fue hasta la década pasada que el significado de esta fecha, la del solsticio de invierno para el año 2012 de nuestra era, fuese descubierto y discutido en distintas publicaciones académicas por la arqueóloga americana Linda Schele. De acuerdo a Schele, durante ese día del solsticio, el sol en su órbita eclíptica va a pasar exactamente por el centro ecuatorial galáctico, desde el punto de vista de la tierra. Mención de tal evento astronómico se encuentra en la cosmogonía sagrada de los mayas, en donde se menciona que Pacal, el gran Padre o dios sol, sufriría un renacer al pasar por la cerviz de la matriz estelar de la gran Madre, también conocido como el sendero de Xibalba, o Xibalba be. Interesantemente, el centro de la Vía Láctea o el Xibalba be astronómico maya, no está compuesto de estrellas visibles, sino de un espacio obscuro, el cual visto desde nuestro planeta, da la impresión de ser un túnel o pasadizo cervical. Así que literalmente, el 21 de diciembre del 2012 el sol va a nacer por una matriz celestial cuando su órbita pase por el centro de la galaxia, lo cual sucederá durante un solsticio de invierno, el día del año tradicionalmente asociado con el nacimiento de la luz luego de la noche más larga del ciclo anual. ¡La última vez que sucedió un evento así fue hace más de 26,000 años atrás!.
Fuente: http://queremospaz.wordpress.com/2010/02/02/el-calendario-maya/
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20 diciembre 2010 en En Internet | tags: En Internet |