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I Ching o Libro de las Mutaciones

Se menciona como autor de este tratado, a Fu hsi que, según la leyenda, fue el primer gobernante de China. Él fue quien concibió el método de adivinación con las varas de aquilea y la invención de los trigramas. El Rey Wen, de la dinastía Zhou, ordenó los 64 hexagramas y sería el autor de los “principios” de cada hexagrama. Su hijo, el Duque de Zhou, le agregó el texto sobre el significado de las líneas. A Confucio se atribuye el “Comentario sobre la decisión” y a sus discípulos el “Comentario sobre las imágenes “.

Todos estos comentarios reunidos, se llaman “Las Diez Alas”, que son sólo siete, y que son muy importantes para la comprensión de la obra.

El “Gran Comentario” es una detallada discusión, sobre los juicios y los trazos y una introducción al uso del libro, su funcionamiento, sus “efectos sobre el hombre”, su sabiduría, etc. También hay un capítulo sobre cosmología, que describe las tres edades: Fu Hsi, Shen Nung y Huang Ti.

I es un signo que significa lagartija, aludiendo a la fácil movilidad o cambio, y Ching significa libro canónico o tratado básico.

Es un libro sapiencial, fuente de inagotable sabiduría de la vida. Consiste fundamentalmente, en lograr la armonía del individuo, con el cambiante fluir de las corrientes universales, en adaptarse activa o pasivamente, según lo dicte el “tiempo” dado a los “cambios”, las mutaciones del acontecer. Es una brújula virtualmente infalible.

Los chinos distinguen al Tao, en tres aspectos: T´ai chi, T´ai y T ‘ai Hsu. Como T’ai chi, es el motor del cosmos, la unidad-totalidad original, nacido antes que el Cielo y la Tierra. Es el Uno Supremo. T´ai, expresa el proceso subyacente que acompaña al mundo como T´ai Hsu(el gran Vacío), el Tao es omnipresente pero en forma inmaterial, no manifiesta. ” Es el vacío en que convergen los treinta rayos, deshace todo nudo, crea toda luz, unifica todo lo disperso”, oculto en las profundidades, parece ser eterno, invisible e impensable. T´ai Hsu se presenta como la Realidad Ultima. El Tao se manifiesta al hombre en las dos fuerzas que engendra, el Yin y el Yang, que a su vez dan nacimiento al mundo visible. El animador y transformador es T´ai. El Uno es el primer gran comienzo engendrado por el Tao. Uno, produce Dos, Yin y Yang, de ellos procede todo. Dos produce tres, los tres soplos o las tres energías: Ching, Ch´i y Shén. , que a su vez constituyen el Cielo, la Tierra y el Hombre. Tres da nacimiento a todas las fuerzas del mundo, sometidas ellas mismas a las fuerzas Yin y Yang.

Los chinos creen que todos los fenómenos proceden de la interacción de los dos polos. De su alternancia nace el conjunto de combinaciones posibles de la Naturaleza. Son el aspecto externo del Tao. Otra particularidad, corresponde a la naturaleza de su interacción, su dinamismo y su reversibilidad. Cada parte contiene el germen de la otra.

El I Ching es una imagen del universo y reposa completamente en el movimiento Yin y Yang.

El pensamiento chino busca una conciliación, afirmando que los elementos de la antítesis se encuentran en el tiempo y que los dos estados no conciliables, se concilian al sucederse alternativamente en el tiempo y transformarse uno en otro. La idea fundamental del Libro de las Mutaciones, es que antítesis y síntesis, son generados en y por el tiempo No hay experiencia sin antítesis. Sin antítesis entre sujeto y objeto, no hay consciencia, no hay conocimiento empírico. Siempre deberá haber contrastes que iluminen la consciencia. Para este libro, estas antítesis son fases de un proceso de transformación de ciclos alternantes, por lo tanto, no permanentes y como resultado de ello, la antítesis es un concepto relativo.

El secreto para tener un enfoque correcto con el fin de comprenderlas, es la adaptación interior a esas antítesis exteriores. Si se consigue mantener el mundo interior en perpetua armonía con el mundo exterior, éste no nos podrá sorprender ni confundir.

El libro se compone de una sucesión finita de “signos” no idiomáticos, con significados infinitos. Su lectura, aplicación e interpretación es igualmente ilimitada y universal. Gracias a su total abstracción, puede verse la síntesis enciclopédica de la realidad. Se puede interpretar como una cosmología, como un sistema de lógica y matemática y también como una representación de la trama “evidente” del mundo y también de su trama “secreta.”

El texto verbal es una amalgama de sabiduría taoísta, con los principios de la filosofía moral confuciana. Es condición el acatamiento de los principios éticos para que las predicciones puedan darse y los vaticinios cumplirse. El oráculo refleja la encrucijada y suele ofrecer una salida, pero ésta es condicional: es una condición fundamental, la plena receptividad interior. En chino: “veracidad”. Porque cada hombre tiene su Tao y lo mejor es seguirlo.

El que estudia el libro, descubre que “lo inmutable es la mutación”,

En su revelación verbal, el libro traduce lo intemporal, que es su esencia, a términos de tiempo. La proyección que se ha dado a sus sentencias se orienta hacia el futuro. Si el consultante decide servirse del texto solamente y no de la visión esencial, intemporal, su pregunta habrá de proyectarla al futuro. El texto se muestra condescendiente y adecua sus dictámenes a los requerimientos de la vida en el tiempo.

Es muy importante hacer una pregunta precisa y clara. Este sistema oracular es también un instrumento valioso para explorar el inconsciente, porque la respuesta está en uno mismo.

Las asociaciones de lo que en China se llama “voz interior”, con las imágenes y las sentencias, son de suma importancia, tanto en su función instrumental, como en su empleo como guía espiritual.

En épocas primitivas la decisión oracular se limitaba a un sí o un no. En el I Ching, el sí, se expresa por una línea entera: ___ Yang; el no, por una línea quebrada: _ _ Yin. De estos dos trazos combinados, duplicados y sumados a un tercer elemento, surgen los 8 signos llamados trigramas.

Los signos representan tendencias hacia la movilidad que representan ciertos procesos de la Naturaleza que corresponden a su esencia.

Estos signos se combinan entre sí y se obtienen 64 hexagramas, que son líneas quebradas y enteras, combinadas entre sí en grupos de seis, y que se describen en breves sentencias, como situaciones cósmicas o humanas, sumidas en un constante movimiento, porque en cada uno hay una o más prontas a cambiarse en sus contrarias, para componer cualquier otro hexagrama. La mutación o no, depende del carácter inherente del trazo.

Todas las formas de la realidad, fueron comprendidas de una vez, dentro del marco de su influencia recíproca témporo-espacial, como un entramado finamente construido, desde el punto de vista numerológico que contemplaba una elevada posibilidad de variación: 64 x 64 = 4.096 situaciones diferentes.

Las líneas que se transforman representan las situaciones propias de la Naturaleza. Son las tensiones inherentes a todos los procesos animados – porque son su esencia – contradictoriamente complementarios.

Un trazo que contiene naturaleza positiva en grado superlativo, se convierte en negativo. Un trazo positivo de menor fuerza, permanece invariable. En la parte del Gran Tratado, los positivos en movimiento se designan con el número 9, los negativos en movimiento con el 6. El 7 y el 8 no tienen significado. De esta forma se presenta una serie de estados simbólicamente expresados, susceptibles de convertirse unos en otros.

Hay que considerar el valor simbólico de las líneas. Por lo general se considera que los trazos superiores de los dos trigramas (líneas tres y seis del hexagrama) contienen la voluntad del cielo; los trazos medianos (líneas 3 y 5), la voluntad del hombre, los trazos inferiores (1 y 4), la voluntad de la tierra.

Richard Wilhelm, partiendo de la conexión existente entre cada hexagrama y su “hexagrama nuclear”, destaca también que los trazos superior e inferior, (líneas 6 y 1), no pertenecen más que a un solo trigrama, los trazos medianos, (líneas 2 y 5) a dos trigramas, los trazos del centro(líneas 3 y 4) a tres trigramas. Llega a la conclusión de que los trazos superior e inferior, tienen tendencia a “caer fuera de conexión”, que los trazos medianos están en equilibrio, (la mayor parte del tiempo favorable) y que los trazos del centro trastornan ese equilibrio.

Las líneas 1,3 y 5 tienen un carácter Yang, activo enérgico, duro. Las líneas 2, 4, y 6 tienen un carácter Yin, pasivo, maleable, sumiso.

A la luz de la mutación y a las imágenes de los estados mutantes, tal como lo establecen los 64 hexagramas, se agregó otro factor. Cada situación requería para poder adaptarse a ella, un específico modo de actuar.

El Rey Wen y el Duque de Zhou, dieron claros consejos para una actuación correcta. Gracias a este hecho, el hombre pudo intervenir en forma decisiva en el acontecer universal por medio de factores que eran determinantes, cuanto más pronto se lograran reconocer los gérmenes del acontecer mediante el I Ching. Todo dependía de los gérmenes porque sólo en gestación es posible guiar las cosas.

Misteriosamente, el I Ching reproducía en sus movimientos y mutaciones el acontecer del macrocosmos.

Mediante varitas de aquilea, podría obtenerse el punto desde el cual resultaba posible una visión de conjunto sobre las circunstancias. En virtud del reparto de las varitas, se confería al inconsciente del hombre la posibilidad de entrar en acción.

Para consultar el oráculo, se requiere un estado de ánimo claro y tranquilo, receptivo frente a los influjos cósmicos ocultos en los tallos.

El I Ching es más importante como libro sapiencial. Lao Tzé conoció este libro y algunos de los aforismos más profundos de su obra tuvieron la inspiración en él. Toda su filosofía está compenetrada de las enseñanzas del Libro de las Mutaciones.

Lo fundamental del I Ching, es la idea de mutación. Quien ha reconocido la mutación, se dirige hacia la eterna Luz inmutable, que actúa en toda mutación. Es el Sentido, el Tao, de Lao Tzé, lo Uno en toda multiplicidad.

A fin de convertirse en realidad, esta ley requiere una decisión. Esta postulación fundamental es el gran comienzo original de todo lo que es, T´ai Chi: la viga maestra. En la parte del Gran Tratado se habla de Yin y Yang. En el comentario para la decisión se habla de lo débil y lo fuerte.

La mutación es una constante conversión de lo uno en lo otro y es también un cerrado transcurso cíclico de complejos acontecimientos conectados entre sí.

El otro pensamiento fundamental del libro, es su doctrina sobre las ideas. Los 8 signos representan imágenes de estados de mutación, más que de objetos, con ello se vincula la concepción manifiesta, tanto en las enseñanzas de Lao Tzé, como de Confucio, según la cual, todo lo que ocurre en el mundo visible, es efecto de una “imagen” de una idea situada en lo invisible. Todo acontecer terrenal es sólo una reproducción de un acontecer ultra sensorial, también en cuanto a consciencia, al transcurso temporal, y ocurre con posterioridad a ese acontecer ultra terrenal.

Estas ideas son accesibles a los sabios y santos que están en contacto con aquellas esferas supremas. De este modo, los sabios están en condiciones de intervenir de manera decisiva en el acontecer universal, y así el hombre va formando junto con el Cielo, el mundo ultraterreno de las ideas, y la tierra el mundo corpóreo de la visibilidad.

Como tercer componente, se deben tomar en cuenta los Dictámenes y las Sentencias. Mediante ellas, las imágenes adquieren palabras. Señala si una acción acarrea ventura o no, arrepentimiento o humillación. Así, se coloca al hombre en la posición de decidir con entera libertad.

El I Ching, realiza – en virtud de los Dictámenes y explicaciones que a partir de Confucio se les ha anexado – una abarcadora visión de conjunto sobre las configuraciones de la vida. Pone en condiciones de ordenar la vida propia, dentro de un orden orgánico y soberano, en concordancia con el sentido que sirve de fundamento a todo lo que es.

Al sostener las varas de aquilea, se comienza a aplicar el juicio de un hexagrama a una situación que se consulta, luego se deduce una línea de acción. El método consiste en relacionar dos acontecimientos que no tienen en apariencia ningún vínculo: un hecho exterior debido al azar, (el hexagrama), y un hecho psíquico fuertemente emocional, (la cuestión a resolver).

Para nuestra mentalidad analítica y racional, es difícil aceptar algún lazo causal o explicación, para que el estado psíquico del consultante “coincida” con la situación descrita por un hexagrama, sin embargo, la mentalidad china, es capaz de ver todos los detalles que pueblan su universo mental, sean éstos lógicos o fortuitos. El hecho es que en la respuesta “siempre” hay una coincidencia significativa o sincronicidad. Esto es así porque cada acontecimiento, (objetivo o subjetivo), tiene un sentido y permite la existencia de una relación invisible desconocida. La interpretación de los hexagramas se articula sobre la trama de esa relación invisible, (entre el hombre y el cosmos) de esa coincidencia en un instante. Ta Chuang expresa:

Toma de entrada las palabras,
Reflexiona sobre el sentido.
Luego las leyes fijas se revelan
Si no eres el hombre que hace falta
El sentido no se abre para ti.

El oráculo tiene sentido, sólo para quien está realmente implicado en el problema y comprende la naturaleza del simbolismo del Tao.

Los autores del I Ching comprendieron la necesidad de trazar un camino que uniera la vivencia metafísica, la experiencia trascendente con aquel ámbito de lo regulado, de lo cotidiano, de lo ineludible del hombre.

Fuente: http://www.foro.cartaxima.com

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